En una nueva manifestación estudiantil y ciudadana este 27 de septiembre los estudiantes rechazaron la Ley Longueira que privatiza las pesquerías y demandaron la defensa de los recursos naturales para financiar una educación gratuita, pública y de calidad. En la marcha también estuvo presente la Alianza por la Defensa del Mar que une a estudiantes, pescadores, indígenas y ciudadanía organizada. La actividad ocurre mientras el gobierno, el empresariado la Concertación y la derecha mantienen la concentración del poder económico y político y siguen despojando a los pueblos de Chile de los recursos naturales. En la Manifestación también se exigió a los senadores rechazar la Ley Longueira pues perjudica a la ciudadanía y sigue favoreciendo a los industriales pesqueros.
“Las abejas y las arañas han construido panales (miel) y telares desde siempre, es un proceso instintivo y natural de ellas, por el contrario, el hombre a lo largo del tiempo fue perfeccionando su relación con la naturaleza, tiene conciencia de lo que hace, tiene un propósito.El trabajo animal es siempre igual, el del hombre avanza y se reproduce y lo hereda, junto con ello la conciencia de que sabe que sabe; parte de un punto cada vez más alto, por ello es dialéctico"
viernes, 28 de septiembre de 2012
domingo, 23 de septiembre de 2012
“Mientras los trabajadores y ciudadanos chilenos queremos vivir en paz, los empresarios nos declaran la guerra sin cuartel, y en todos los frentes
Luis
Mesina
En las AFP, en las Isapres, en las Farmacias, en
los Bancos, en la Universidades, en las
Clínicas, en el Retail, en los Supermercados, en las Mineras, en las
Forestales, en la Energía, en las Telecomunicaciones, en los Recursos Pesqueros
y Marítimos, en fin, en todas las áreas de la economía y de la sociedad se nos
estafa, se nos asalta, se nos humilla.
Según las últimas encuestas, un 75% de
los trabajadores percibe ingresos inferiores a los 350 mil pesos mensuales. Otro
15%, según una reciente investigación percibe ingresos que fluctúan entre los
350 mil y 1 millón 600 mil pesos brutos al mes. En este 15% se ubican los
funcionarios públicos, los trabajadores de la minería, del sector financiero, del comercio, los
profesores, los trabajadores de la salud municipalizada y privada, etc. Estos
grupos socioeconómicos son los llamados “clase media”. Hogares conformados en su
mayoría por cuatro personas, muchos de ellos monoparentales donde las mujeres
asumen como jefas de hogar. Este estrato altamente endeudado se ha hecho muy vulnerable
a la estrategia abusiva de los empresarios.
Este 90% de los trabajadores crea la
riqueza en Chile, el resto, un 5% cumple el papel de capataces (altas jefaturas
y gerentes) y el otro 5%, el más rico, es una casta parasitaria que vive a
costa de la mayoría de los chilenos.
La
corrupción, un arma predilecta del empresariado criollo.
El caso de La Polar es una muestra de
la conducta empresarial, otro, el de las 3 cadenas farmacéuticas que luego de
ser descubiertas en colusión y quedando en la más absoluta impunidad, sus dueños
volvieron a la carga, esta vez, ocultando los productos genéricos para
colocarse al servicio de los grandes laboratorios que son en definitiva quienes
premian a vendedores, químicos farmacéuticos y médicos por la venta de los
productos más caros. Es decir, una cadena de atropellos de las que son víctimas
los enfermos. Estos dueños duermen tranquilos sabiendo que están estafando a
personas enfermas y pobres. Lucran con la vida de los seres humanos.
Los empresarios chilenos en su gran
mayoría han ido obteniendo su riqueza sobre la más absoluta ilegitimidad. La
concentración escandalosa de la riqueza en pocas manos permite que nuestro país
aparezca en el ranking de Forbes con cinco familias multimillonarias, superando
a países ricos como Japón, Canadá y
Australia.
¿Pero, qué es
lo que ha hecho posible esta profunda desigualdad?
Son varios los factores: la
institucionalidad política (Constitución
Política, Sistema Binominal, etc.);
el modelo de “desarrollo económico”, que cifró en el mercado la
herramienta de distribución del ingreso, despojando al Estado del rol tutelar
de los derechos fundamentales de las personas y que permitió la concentración
de la economía, eliminando de paso, la
negociación colectiva como herramienta de redistribución del ingreso. Estos
ejes esenciales, que en el caso económico, además, implicó la expropiación
ilegítima del Sistema de Seguridad Social el año 1981, con que contaban los
chilenos, para colocar el cuantioso ahorro previsional de propiedad de los
trabajadores al servicio y empoderamiento de los grupos económicos. Estos hechos
explican en parte la profunda desigualdad existente en Chile heredada de la
Dictadura y que los gobiernos de la Concertación cautelaron, corrigieron y
profundizaron.
Estos factores, a los que se suman la
privatización de la Salud, de la Educación, de la Energía y un largo etcétera,
requieren para su perpetuidad de un nuevo “hombre y mujer”. Precisan de
individuos carentes de derechos y para tal propósito es fundamental ir construyendo mediante toda
una arquitectura institucional, diseñada por los grupos de poder y aplicada a
través de las múltiples instituciones de que dispone el Estado para contar con
personas acríticas, irreflexivas, competitivas, ambiciosas, movidas sólo por el
afán de lucro, carentes de solidaridad.
Esta nueva “moral” que se impone desde los poderosos, explica en parte, el porqué
de tanta estafa, el porqué de tanto
abuso. Lo que se intenta instalar es una “nueva moral” y, por tanto, un nuevo
hombre y mujer, portadores de valores individuales, contrarios por esencia a lo
colectivo.
Esta nueva
moral que instalan los empresarios en Chile
Un parte considerable de los
empresarios se declara católico, los más poderosos pertenecen al “Opus Dei” o a
los “Legionarios de Cristo”, ésta última
congregación se ha hecho conocida por los abusos sexuales que han cometido sus
máximas autoridades. Su “sacrosanta” moral, es decir, su conducta diaria, sus
actos, consiste como mínimo en la asistencia a misa dominical, ahí exculpan su
pecados. Algunos, han instalado en los bancos y grandes empresas, “capillas”
para que los trabajadores se encomienden diariamente al más allá y se olviden
de sus derechos terrenales. Su moral, o
sea su costumbre, les hace “caritativos”, dan limosna generosa a los mendigos,
aportan principalmente mucho dinero al Hogar de Cristo y, privilegian
ideológicamente en sus donaciones –que entre otras cosas descuentan de
impuestos-, a instituciones vinculadas a
su fe y a su ideología. Así por ejemplo, la Universidad de Los Andes,
perteneciente al Opus Dei ha sido la más favorecida con estas donaciones, en
desmedro de instituciones públicas como la Universidad de Chile, o sea donaciones con la plata de todos los
chilenos.
Esta nueva moral instala en las grandes empresas la idea
de que todos los trabajadores somos una “gran familia”, trabajadores y, gerentes
y accionistas, aunque en algunos bancos por ejemplo un trabajador respecto de
un alto director reciba un ingreso 400 veces inferior. Se promueve la idea que
es a través de la empresa, donde podemos conseguirlo todo, que de nada vale la
organización colectiva de los trabajadores (sindicato). Esa idea tan propia del
liberalismo, de que individualmente se puede conseguir y mejorar la situación
personal, es contraria por el vértice a las concepciones humanistas y éticas
que entienden que el “Ser Humano” es ante todo, persona y, que para alcanzar esa categoría, requiere y hace falta tener garantizados ciertos derechos esenciales
que resultan imposibles de alcanzar y desarrollar en el campo individual, pues es
la sociedad quien debe garantizarlos a través del Estado. Si el Estado está
dominado mayoritariamente por instituciones pertenecientes a los grupos
empresariales es claro que los derechos fundamentales no serán garantizados.
La necesidad
de corromper
La actual conducta empresarial lo que
oculta es la transgresión a principios fundantes de la sociedad chilena. En
efecto, los chilenos hace algunas décadas éramos portadores de una ética irreprochable; en todos los
planos. Por ejemplo, la “honradez”, entendida como el acto de no apropiarse de
aquello que no le pertenecía era un valor compartido por la gran mayoría de los
chilenos. Especial importancia adquiría esta dimensión, si se trataba de un
trabajador bancario o del sistema financiero, pues debía ser una persona con
una alta probidad. Igual exigencia corría para el conjunto de trabajadores del
sector público y privado. Y aunque los empresarios, nunca promovieron estos principios, en
general, la sociedad de antaño estaba cubierta ante los delincuentes de “cuello
y corbata”. Existía una suerte de convención, un juicio social contra quien
atentara contra este principio, principio que además, se fomentaba en la
escuela, en la familia, desde niños.
La
remuneración variable como arma de corrupción (los incentivos perversos)
¿Qué ocurre hoy? Los empresarios en
todos los rubros, requieren para sus fines cambiar esta moral. Comenzaron
cambiando ciertos principios de la esencia del capitalismo; traspasaron el riesgo del negocio y el costo
del funcionamiento a los usuarios, a los clientes a los trabajadores. Por
ejemplo, los estudiantes que trabajan empaquetando en los supermercados y en el
Retail no reciben sueldo, viven de la propina de los clientes, son contratados
por “fundaciones” que les cobran por trabajar y éstas les prestan el servicio a
los Retail. No cuentan con previsión y los empresarios se desentienden de su
salud, de sus accidentes laborales, en fin, se desligan de todo, sólo se
preocupan de extraer su fuerza de trabajo, su humanidad.
Esta estrategia se ha ido instalando a
través de una política denominada “meritocracia” que consiste fundamentalmente
en que cada trabajador obtiene su remuneración a través de su “esfuerzo
individual”, por merito propio. Tanto en el sector privado como público, se
trata de medir cada cierto tiempo a las personas y determinar si cumplen con
ciertos objetivos, cuyos criterios y objetivos los determinan unilateralmente
los altos ejecutivos, gerentes o directores de servicio, pasando a llevar
aspectos valóricos importantes de la vida de los chilenos.
Así por ejemplo, en una Clínica
Privada un médico deberá rendir en función de un estándar que los dueños de esa
clínica establecieron. Entonces hará funcionar el “cronometro” y despachará a
los pacientes, enfermos por cierto, a una velocidad impuesta por el dueño del
negocio, atrás quedará el diagnóstico clínico (anamnesis). Poco importará el
juramento hipocrático y el carácter ético de su disciplina y la responsabilidad
ante el ser humano. Importará más si puede “atender” diez pacientes en diez
minutos y, si además, puede otorgarles medicamentos cuyos laboratorios luego lo
premiaran por los servicios prestados.
Las Farmacias chilenas cuyo
número medido por habitantes es la más grande del mundo, pueden ubicarse en
casi todas las esquinas más importantes de las ciudades del país. Acaparan
todo, concentran el monopolio de los precios de los medicamentos operando como un
verdadero cartel delictual contra las pequeñas farmacias de barrio. Se coluden
con los laboratorios y obligan a los vendedores a transgredir la ética para
vender productos que están acompañados de incentivos económicos y cuyo costo,
en algunos casos es veinte veces más caro. La vergüenza y deterioro moral de
estas prácticas se expresa en que un profesional de la talla de un Químico
Farmacéutico deba transgredir aspectos esenciales de su ética para favorecer la
avaricia del capital.
En síntesis, el médico, el químico
farmacéutico y los vendedores son víctimas de la Industria Farmacéutica,
algunas de ellas vinculadas con los bancos y fervientes devotos del Opus Deid.
Pero eso no es todo, en los Retail, en
el Comercio y en los bancos, los
directores de estas compañías y sus altos gerentes también aplican incentivos
perversos. Se trata de contar con empleados cuyo sueldo es bajísimo, inferior
al mínimo, y que a través de comisiones
pueden ir mejorando sus ingresos.
En qué se ha
convertido esta política remuneracional. En la estafa y abuso institucional.
Los Gerentes y Directores por cierto no lo
reconocerán. Es por todo conocido que los créditos, por ejemplo, llevan
aparejado seguros, y que una parte importante de las utilidades se obtienen por
las comisiones y por las tasas usureras que se cobran. Las famosas ventas
atadas no pasó de ser una mera propaganda, pues en la práctica se continúa
operando de la misma forma. Las cientos de denuncias de falsificaciones de
repactaciones es una práctica habitual que transgrede la conducta de las
personas honestas, debido a esta nueva moral: la de engañar, la de estafar.
La disyuntiva para los trabajadores
que se extiende cada vez más es: engañar a los consumidores para conseguir
metas y alcanzar una remuneración acorde y digna, o, mantener firmeza en los
principios y terminar perdiendo el empleo.
A eso han llevado estos empresarios
“modernos” la ética de la ciudadanía. “Códigos de Conducta” que instalan en
todas las empresas transmitiendo un discurso de honestidad, pero, al mismo
tiempo, presionando a los trabajadores por alcanzar resultados y objetivos al
precio que sea, inclusive transgrediendo las propias normas que ellos mismos han
creado.
La Corrupción
a lo largo de la historia la acometen los poderosos, los ricos
Los últimos acontecimientos que
llamaron la atención en la desigualdad con la que son tratados las personas, lo
constituyen los movimientos huelguísticos donde los trabajadores demandan
mejoras económicas y son tratados como verdaderos delincuentes. El caso de Konecta
donde desesperadamente los trabajadores se tomaron la línea 5 del Metro, los
esposaron como delincuentes, en
contraposición a los ladrones de La Polar y de las Farmacias.
Ese es el Chile que se está construyendo.
La moral de los señores poderosos
contra la gran mayoría de chilenos que debe comenzar a transgredir sus propios
valores para dar paso a esta “nueva moral” de los empresarios que concentran
todo el poder económico en detrimento de la inmensa mayoría que vive con
salarios miserables. Esto explica porqué Chile es uno de los países más
injustos del mundo.
Chile tiene 17 millones de
habitantes un PIB de US$272.119 millones. Ingreso per cápita U$$15.000 y cinco
multimillonarios.
Australia tiene 22 millones de
habitantes un PIB US$1.585.964 millones. Ingreso per cápita US$68.916 y cuatro
multimillonarios.
Canadá tiene 34 millones de
habitantes un PIB de US$1.804.575 millones. Ingreso per cápita US$51.689 y tres
multimillonarios.
Japón tiene 128 millones de
habitantes un PIB US$5.980.997 millones. Ingreso per cápita US$46.973 y dos
multimillonarios
A pesar de las inmensas diferencias
entre estos cuatro países, Chile cuenta con más supermillonarios; con un
porcentaje considerablemente mayor de pobreza; con la desigualdad más alta en
distribución del ingreso y, la jornada laboral, que ayuda a entender el nivel de intensidad del trabajo, en esos tres países es inferior a las 39 horas
semanales, en Chile es de 45 horas.
Septiembre de 2012
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