jueves, 9 de septiembre de 2010

Sub Terra.
La burguesía y la clase obrera,  frente a frente


32 chilenos y un boliviano se hallan a más de 700 metros bajo la Mina San José, ubicada en la zona de Atacama en el desierto más árido del mundo.  Los dueños de la mina, primero guardaron un silencio total frente a la responsabilidad que les cabía en esta tragedia, luego, una vez que se supo que estos estaban vivos, han esgrimido diversos argumentos para justificar en otras causas las responsabilidades de estos hechos.


Por otra parte, el gobierno ha invertido millonarios recursos para lograr el rescate con vida de los obrero y, al mismo tiempo, aprovechar esta odisea para fines propagandísticos y con ello, no sólo mejorar su deteriorada imagen, sino aprovechar la coyuntura para proteger los intereses de los poderes dominantes y continuar privilegiando el capital por sobre el trabajo.

Los empresarios y su gobierno, nada han dicho acerca de las condiciones deplorables de seguridad que viven miles de trabajadores en Chile. Nada dicen, respecto de la colaboración espuria que logran con las mutuales para esconder la responsabilidad que les cabe en esta materia. No es solo en la minería donde la seguridad está en peligro. En la construcción, en el sector forestal y pesquero, pero, por sobre todo en el transporte la seguridad de los trabajadores no cumple con ningún estándar, solo interesa satisfacer la voracidad del capital, que no trepida en obtener ganancia, incluso, al costo de la vida humana.

Cuando a cientos de metros bajo tierra se escucharon las primeras voces de los mineros atrapados relatando la forma como han sobrevivido a este largo calvario y sacrificio, quedaba en evidencia la  entereza,  valentía y  temple de la que es capaz la “clase obrera”.  
La prensa escrita y televisiva, controlada mayoritariamente por los “dueños de Chile” ha intentado farandulizar esta tragedia. Buscan diluir la responsabilidad criminal que los dueños del capital tienen en todos los actos donde los afectados son siempre los trabajadores y los pobres del país. Ocurrió recientemente con el terremoto, donde la irresponsabilidad y desprecio de los empresarios de la construcción dejó a cientos de compatriotas sin sus viviendas y nadie hoy responde por ello. En el caso de la pequeña y mediana minería, son cientos las empresas que operan sin ningún control, supeditadas sólo al afán de la ganancia y a la codicia de los propietarios con total desprecio por la vida humana.

Este siniestro ha evidenciado la naturaleza misma de la “clase obrera” y de la “clase burguesa”,  y de ello deben sacarse las enseñanzas. ¿Y qué es lo que ha demostrado esta catástrofe?  En primer lugar, ha develado que cuando se presenta un conflicto de proporciones, los empresarios huyen como ratas; se esconden tras las faldas de la institucionalidad burguesa que  protege sus fechorías; se refugian en los vericuetos de un entramado jurídico planificado, diseñado y materializado para resguardar los intereses del capital por sobre el trabajo humano. En segundo lugar, ha dejado claro, que al capital -expresión abstracta del trabajo acumulado-, no se le puede pedir humanidad como sugieren algunos; el capital, por su naturaleza es inhumano, persigue siempre aumentar su cuota de ganancia y si para ello hay que soslayar la seguridad de las personas y liquidar la vida humana, no importa. La clase burguesa, representante del capital es intrínsecamente antihumana, su fin siempre ha sido y será el lucro, su naturaleza es perversa.

Por el contrario, que hemos constatado de esta “clase obrera”; pobre, arruinada y explotada;  pero,  única capaz de generar riqueza con su energía,  muchas cosas. En primer lugar, que posee una reserva moral incomparable, capaz de hacer frente a los más adversos  fenómenos de la vida y de la naturaleza. Es portadora de un repertorio valórico diverso. Es solidaria,  ello le ha permitido sortear el tormento de estos treintitantos días bajo tierra. Es honrada, jamás tomaría algo que no le pertenece y que perjudicara a otros, así ha podido compartir lo poco en beneficio del conjunto. Es leal, jamás traicionaría a sus compañeros. Es humana, pues por sobre toda consideración se respeta  asimismo y a sus hermanos, prescindiendo, incluso de esa falsa idea de “patria” que imponen los dominadores de siempre. La presencia de un trabajador boliviano es la expresión más clara de lo que une a los trabajadores es una sola cuestión, su condición de explotados.

La lección que nos enseñan los mineros, es que es posible pensar en un mundo sin capital. La clase burguesa actual es portadora de todos los antivalores que conoce la humanidad, promueve un patriotismo trasnochado, pero vende a los extranjeros los más preciados bienes de nuestro país; la minería, el agua, la energía, las sanitarias, la luz, las carreteras, la banca, todo está en manos foráneas. La clase obrera, por el contrario es humana y los valores que sustenta son aquellos que favorecen a las personas por sobre cualquier otra consideración.
En consecuencia debemos aprender a valorar a estos obreros que bajo tierra nos han dado un ejemplo de organización y solidaridad y para ello no han necesitado jefes, alguaciles ni patrones. La clase obrera puede existir sin necesidad de los burgueses.

“Proletarios, hombres y mujeres consientes y comprometidos con la vida en el mundo entero, uníos”

1 comentario:

  1. Este solo portal vale mas que todos los "diarios" de la burguesía dominante.
    Chilenos todos, abran sus mentes a la información de verdad, no seamos gueones leyendo El Mercurio, Las Ultimas Noticias, La Tercera o la Cuarta, pues eso es lo que el patrón quiere que nosotros sepamos.


    Gagarin

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